Si alguien mirara hacia el rugido ensordecedor, vería
un avión jumbo tan cerca que casi podría tocarlo. No vería eso en Japón. Kyo
contempla el avión alejándose, haciéndose más y más pequeño. Baja su mirada un
poco.
Más allá de las oscuras siluetas de los rascacielos,
un gran sol recorre el cielo para ser devorado por el horizonte. Kyo se apoya
contra una verja en el tejado de un edificio en ruinas y contempla la vista.
Hacerlo le recuerda a cuando estaba en Japón. A menudo
miraba las nubes sobre el tejado de la escuela, cuando se saltaba una clase
aburrida.
A veces componía una línea mientras miraba las nubes
pasar, otras veces recuperaba algo de sueño. Al menos conservaba esos felices
recuerdos como un tesoro. Esos buenos momentos a menudo acababan con los gritos
de Yuki, un tanto enfadada, a la que los tímidos profesores a menudo recurrían,
ya que la cantidad de gente que podía regañar a Kyo Kusanagi era poca, o con
los gritos de Shingo, su autoproclamado discípulo número uno.
En aquel tiempo pensaba que tener a Shingo todo el
rato detrás era una molestia, pero ahora comenzaba a sentirse un poco vacío sin
su voz eufórica siguiéndole.
En esos tiempos aburridos, días de rígida disciplina,
sintiendo que iba a un ritmo distinto al resto, dejo de intentar ser como los
demás y dedico sus días en Japón a hacer lo que quiso. Ahora miraba esos días
con nostalgia, los mejores de su vida.
“Me estoy echando a perder”, rio ante la punzada
nostalgia y se tumbó en el tejado.
La brisa nocturna le acariciaba la frente moviéndole
el pelo. Se dio cuenta de lo cómodo que estaba y se adormeció.
El sol ya se había puesto y había dado paso a la noche
negra. La luz de la luna eclipsaba la de las estrellas. No se podía encontrar
ninguna estrella en el cielo, solo una fina luna creciente, como una espada
brillando sobre el paisaje urbano.
Kyo apoyó las manos en sus rodillas mientras se
levantaba y metió los dedos entre los agujeros de la verja. Esta ciudad bebía
codiciosa las ambiciones y pasiones de sus habitantes y nunca dormía, ni
siquiera en lo más profundo de la noche. La razón de la falta de estrellas en
el cielo eran las luces de colores que emitía esa jungla de asfalto construida
por sus habitantes, que eclipsaba fácilmente el más tenue brillo de los cielos.
Lo sobrevoló otro jumbo que despegó del aeropuerto de
las afueras de la ciudad, con las luces de advertencia. Kyo frunció el ceño
ante el ruido de los motores y contemplo su silueta desaparecer, y sonrío
cuando miró tras de sí.
Una figura delgada y pelirroja se alzaba ante la
puerta.
“Podría haberte atrapado fácilmente”.
“Tonterías. Sabía que estabas ahí desde hace mucho”.
Kyo se apartó el flequillo y una llama roja bailó en
el aire de esta tierra extranjera.
“Su hubieras intentado algo, habría saltado y te
habría convertido en un asado”.
“Mmm”.
Con las manos en los bolsillos de sus pantalones
rojos, Iori contemplaba la ciudad teñida de brillantes neones a través de sus
largos mechones.
“¿Te parece bien este lugar para tu final?”.
“¿Qué? ¿Qué final?”.
“Creí que debía dejarte elegir”.
“¡Qué amable por tu parte!”, murmura Kyo mofándose
mientras se pone sus guantes favoritos, con soles en los reversos.
“¿Por
qué Iori lucha contra mí?” Algunas veces Kyo no
podrá evitar pensarlo. Es difícil entender porque Iori siempre sigue a Kyo,
pero el motivo está claro: odia a Kyo.
Aunque no está del todo claro. Si hubiera podido
elegir, por supuesto que habría elegido odio, pero eso tenía muy poco que ver
con la relación entre sus respectivas familias, e incluso menos con un sentido
de aversión.
Si Kyo no se hubiera visto obligado a asociarse con
él, habría podido evitar cruzar puños así.
¿Por
qué no se puede retirar? Quizá era por su
orgullo lo que le impedía marcharse… aunque no era probable.
“¿Qué es tan gracioso?”.
“Nada”.
Creyendo que sería divertido esconder la sonrisa que
acude a sus labios, mueve lentamente la cabeza y se prepara para la pelea.
Comienzan a arder llamas en sus puños enguantados y el fuego carmesí baila en
el aire.
Ignora lo que no le interesa, deja atrás todo lo que
le molesta; conoce la ardiente emoción que mana de su interior hacia su
indolente corazón.
Nunca podría apreciar a Iori, pero nunca odiará el
sentimiento de emoción cuando pelean. Entonces Kyo se da cuenta de por qué la
pelea.
“Sería una pena que ganases y perdieras tu razón para
vivir”, dice Kyo mientras sus ojos miran la hermosa llama purpura que arde en
la mano de Iori.
“¡Es imposible que me ganes esta vez, no ahora!”.
“¿Eso es todo lo que tienes que decir por tu parte…?”.
La llama de Iori parpadea y aumenta su brillo. Sus dos
llamas provocan una variación en la temperatura del aire que crea un remolino a
su alrededor.
“Te convertiré en cenizas, Kyo… ¡cenizas teñidas del
carmesí de tu sangre!”.
“¡Cállate!”.
“¡Hablas demasiado!”.
Entonces, los dos entran en acción a la vez.
Sin familia, testigos o entrometidos, solo la luna es
testigo de esta batalla.
KOF Universe es el primer sitio en ofrecer este
material traducido correctamente al español.
Edición,
traducción, diseño y redacción por EMIRU
para uso exclusivo de KOF Universe.
Si
deseas utilizar este material en tus redes sociales o sitio web, coloca los
créditos correspondientes.
KOF Universe. Creando, compartiendo.