El sonido de algo
cubierto de un líquido pegajoso es arrastrado por algo que se hace audible.
Seguido de ello, un
grupo de hombres traza una línea roja en el pasillo tratando de marcar una
distancia considerable.
“¡Detente!”.
Los perseguidores se
muestran firmes con armas en mano.
El hombre mira hacia
atrás.
“¿Estás hablando
conmigo...?”
No hay respuesta a la
pregunta del hombre.
“Como sea, pero responderás
a mi pregunta. ¿Dónde está?”.
No hay respuesta. Ellos
sacan más armas.
“Hum…”.
Indiferente a la
amenaza, el hombre comienza a acercarse. Los hombres se forman con sus armas
contra él.
“¡…!”.
Todo sucede en un
instante.
Un charco de sangre
sacude a los hombres que estaban a punto de apretar el gatillo de sus armas.
Los montículos de carne
parece ser colegas suyos.
A continuación, el
viento sopla a través del corredor.
El viento se siente pesado
y roza la cara de uno y el estómago de otro se ve cortado por él.
En ese instante, los
hombres trazados por el viento dejan escapar el más alto, el más lamentable grito
que alguna vez se han pronunciado en sus vidas.
Una alarma resuena.
El hombre no muestra
señales de detenerse.
Fácilmente se encarga
de los hombres que aparecen delante de él tratando de bloquear su camino.
Cuando termina, otro
montón de trozos de carne y sangre salpican el suelo.
Y entonces, algo
explota detrás de él.
Toda la zona se
convierte en un mar de llamas.
El hombre avanza hacia
adelante. Las llamas que lo bloquean se hacen a un lado por las llamas azules que
salen de su puño.
Una figura aparece de
las llamas en la distancia. Una sonrisa aparece en la cara del hombre.
“Entonces estás aquí
después de todo… ¡Vamos a ver de lo que estás hecho!
Justo cuando parece que
va a llegar a él…
“¡Come esto! ¡Goo-Ohhhhh!”.
La distancia entre el
hombre y la sombra se cierra en un instante.
El puño envuelto en
llamas golpea la cabeza de la sombra. El sonido de huesos fracturándose puede
ser escuchado.
“¡Tú no eres él!”.
Sintiendo algo extraño,
mueve la mano a su cuello.
Las llamas alcanzan su
ápice. La figura que había alcanzado es ahora una masa en llamas.
“¡No! ¿¡Dónde!? ¿¡Dónde
está!?”.
Una puerta se encuentra
ante el hombre, que retoma su recorrido. Arroja a lejos el trozo de sustancia
viscosa y tira la puerta abajo.
Las mismas caras y
formas de la figura anterior se alinean frente a él. Los ha visto antes.
“¿Qué es esto? ¡Kyo…!”.
Se oye una voz desde
atrás.
“Sí, estoy seguro. ¡Ese
hombre es…! ¡Y-ya-ya ... gaaaa…!”.
Los desos se clavan profundamente
en la garganta del hombre seguido de un sonido desagradable.
“Tú lo sabes, ¿verdad? ¿Dónde?
¿¡Dónde está!?”.
“¡Yo… yo… no lo sé!”.
El hombre expira antes
de que pueda responder.
Él agarra una granada del
equipo del muerto y la arroja a la fila de “Kyos”.
El sonido de una explosión
feroz sacude la habitación y la fila de “Kyos” se convierte en una hilera de
bultos oscuros de carne.
“Es lo mismo aquí
también… ¿¡Dónde?! ¿¡Dónde está él!?”.
Arroja llamas directo a
los montículos de carne. La fuerza de las llamas agitadas aumenta y el sonido
de las explosiones resuenan a través de la habitación.
“¡Kyooooooooooooooooo!”.
Su grito es lo
suficientemente fuerte como para ahogar el sonido de las explosiones.
Ese grito era diferente
al de aquella vez que perdió su mente.
El grito que surge
desde el diafragma es de un hombre, uno solo: Iori Yagami.
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