Últimamente, a veces le cuesta recordar su propia
cara. El rostro que ve en el espejo se parece al de siempre, y aún así parece
extraño, ajeno.
Era el rostro de un hombre que sustituyo su cara
original, un hombre que ya no debería estar en este mundo. Ni siquiera se
llamaba en realidad Maxima.
Este hombre renuncio a su cara, a su pasado y a su
nombre para vengar la muerte de su mejor amigo, se infiltro en NESTS y recibió,
junto a su nuevo cuerpo de acero, un nombre clave de guerrero modificado:
Maxima.
Todo surgió del científico que lo reanimo y del nombre
de su corazón, su fuente de vida.
Tras cuatro horas de sueño, su secreción de melatonina
se detiene y la alarma de su cerebro le hace volver a la consciencia. Maxima
sale de las sabanas, haciendo crujir estrepitosamente la chatarra reciclada,
activa su programa de autogiagnosis y comprueba su estado.
“Mal asunto, cada día es menos estable”.
Ya hace 27 días que detectó el defecto en el “Reactor
Maxima”, su corazón. No está claro si es bueno o malo que el problema no
empeore el rendimiento… ni tampoco está claro que un incremento del rendimiento
sea favorable.
“A este paso, superaré mi capacidad en un mes, tal vez
un año antes de plazo, y sin datos de referencia es todo bastante incierto”.
Por ahora Maxima sigue mostrando habilidades que
superan con mucho las expectativas de combate contra NESTS. Los resultados,
inesperados para los que lo modificaron se deben a la demanda excesiva que
soportaba el reactor. Pero el fallo oculto creció gradualmente durante sus días
de arduas batallas, y cuando pudo, descubrió que era demasiado tarde.
“…”.
Fuera del furgón, Whip y Kula dormían bajo la misma
manta junto a una pequeña hoguera. Aunque parecían profundamente dormidas en el
exterior, Maxima sabía que al menor indicio de peligro, despertarían de golpe,
listas para entrar en acción.
Esas dos jovencitas, Whip y Kula, habían nacido para
luchar.
“K’”.
Maxima llamaba a un joven aun despierto. Está sentado
en una roca, lejos de las chicas y contempla el cielo nocturno.
“¿Seguro que no quieres dormir?”.
“La siesta que me he echado es suficiente”.
K’ habla sin hacer el esfuerzo de girarse hacia
Maxima, que se le aproxima y sonríe ante la predecible recepción. El fulgor de
las estrellas en la inhóspita naturaleza es un regalo para la vista, pero a K’
no parece interesarle. Lo más probable es que estuviera haciendo tiempo, sin
más.
Maxima se acerca a K’, cruza los brazos y suspira:
“Si quieres lárgate, vete ya”.
“¿Qué quieres decir?”.
A través de sus mechones blancos, K’ mira a Maxima.
“No sé cuándo va a fallar mi circuito de control. Si
sigo luchando a este ritmo, va a sobresaturarse un día y me hará estallar. Y si
tu estas cerca, también acabaras como yo”.
“¿Otra vez con eso? Hay que aclarar las cosas antes de
que te salten las tuercas, ¿ok?”.
“Solo te aviso que no sé exactamente cuándo ocurrirá.
Podría fundirme dentro de cinco minutos”.
“¡Solo sabes quejarte!”.
K’ corta a Maxima enfadado, le da una patada en la
espinilla y vuelve hacia el furgón.
“¿No quieres que muramos contigo, ¿verdad? Si tanto te
gustan las historias trágicas, ¿por qué no te tiras a la Fosa de las Marianas?
Así solucionarías el problema y no tendrías que preocuparte por nosotros”.
“Ya lo he dicho”.
Maxima observa alejarse a su “amigo” mientras se toca
la mandíbula, y no la espinilla recién lesionada.
“¿Por qué no mostrará ese chico un poco más de
respeto?”.
Aunque su conversación con K’ había resultado fría y
vacua, K’ seguro que intento mostrar el interés lo mejor posible. Maxima sabía
de su escaso tacto.
“Está claro, es demasiado pronto para tirar la
toalla”.
Maxima no podía borrar esa estúpida sonrisa de su
rostro.
“En fin”.
Mirando al cielo estrellado una vez más, cierra
suavemente los ojos y una nueva perspectiva área de la zona aparece en su ojo
mental. Lo que ve es un solo camino que atraviesa la naturaleza; no se
distingue nada concreto, y la gasolinera más cercana estaba a más de 95 kilómetros.
“Tenemos que aprovisionarnos de agua y comida… nada
especial”.
Maxima se encoge de hombros y vuelve con los demás.
De vuelta en el furgón, ve un último hilo de humo
brotando de la hoguera, y a K’ arrebujado frente a Whip.
“Supongo que la siesta no había sido para tanto”,
murmura Maxima con mordacidad y levanta el capo del furgón.
Esta deteriorado, pero arreglarlo será coser y cantar,
no como el corazón de Maxima. Al sacar las herramientas del furgón para
arreglar el motor, su reflejo en el retrovisor capta su atención, y no puede
evitar murmurar.
“Vaya, pero que tipo tan atractivo, no es por nada”.
“Eres un hombre feliz”.
Maxima oye a K’ replicar y darse la vuelta mientras
duerme.
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