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Iori Yagami | KOF 99

El sonido de algo cubierto de un lĂ­quido pegajoso es arrastrado por algo que se hace audible.
Seguido de ello, un grupo de hombres traza una lĂ­nea roja en el pasillo tratando de marcar una distancia considerable.
“¡Detente!”.
Los perseguidores se muestran firmes con armas en mano.
El hombre mira hacia atrás.
“¿Estás hablando conmigo...?”
No hay respuesta a la pregunta del hombre.
“Como sea, pero responderás a mi pregunta. ¿DĂłnde está?”.
No hay respuesta. Ellos sacan más armas.
“Hum…”.
Indiferente a la amenaza, el hombre comienza a acercarse. Los hombres se forman con sus armas contra Ă©l.
“¡…!”.
Todo sucede en un instante.
Un charco de sangre sacude a los hombres que estaban a punto de apretar el gatillo de sus armas.
Los montĂ­culos de carne parece ser colegas suyos.
A continuación, el viento sopla a través del corredor.
El viento se siente pesado y roza la cara de uno y el estĂłmago de otro se ve cortado por Ă©l.
En ese instante, los hombres trazados por el viento dejan escapar el más alto, el más lamentable grito que alguna vez se han pronunciado en sus vidas.
Una alarma resuena.
El hombre no muestra señales de detenerse.
Fácilmente se encarga de los hombres que aparecen delante de él tratando de bloquear su camino.
Cuando termina, otro montĂłn de trozos de carne y sangre salpican el suelo.
Y entonces, algo explota detrás de él.
Toda la zona se convierte en un mar de llamas.
El hombre avanza hacia adelante. Las llamas que lo bloquean se hacen a un lado por las llamas azules que salen de su puño.
Una figura aparece de las llamas en la distancia. Una sonrisa aparece en la cara del hombre.
“Entonces estás aquĂ­ despuĂ©s de todo… ¡Vamos a ver de lo que estás hecho!
Justo cuando parece que va a llegar a Ă©l…
“¡Come esto! ¡Goo-Ohhhhh!”.
La distancia entre el hombre y la sombra se cierra en un instante.
El puño envuelto en llamas golpea la cabeza de la sombra. El sonido de huesos fracturándose puede ser escuchado.
“¡TĂş no eres Ă©l!”.
Sintiendo algo extraño, mueve la mano a su cuello.
Las llamas alcanzan su ápice. La figura que había alcanzado es ahora una masa en llamas.
“¡No! ¿¡DĂłnde!? ¿¡DĂłnde está!?”.
Una puerta se encuentra ante el hombre, que retoma su recorrido. Arroja a lejos el trozo de sustancia viscosa y tira la puerta abajo.
Las mismas caras y formas de la figura anterior se alinean frente a Ă©l. Los ha visto antes.
“¿QuĂ© es esto? ¡Kyo…!”.
Se oye una voz desde atrás.
“SĂ­, estoy seguro. ¡Ese hombre es…! ¡Y-ya-ya ... gaaaa…!”.
Los desos se clavan profundamente en la garganta del hombre seguido de un sonido desagradable.
“TĂş lo sabes, ¿verdad? ¿DĂłnde? ¿¡DĂłnde está!?”.
“¡Yo… yo… no lo sĂ©!”.
El hombre expira antes de que pueda responder.
Él agarra una granada del equipo del muerto y la arroja a la fila de “Kyos”.
El sonido de una explosiĂłn feroz sacude la habitaciĂłn y la fila de “Kyos” se convierte en una hilera de bultos oscuros de carne.
“Es lo mismo aquĂ­ tambiĂ©n… ¿¡DĂłnde?! ¿¡DĂłnde está Ă©l!?”.
Arroja llamas directo a los montículos de carne. La fuerza de las llamas agitadas aumenta y el sonido de las explosiones resuenan a través de la habitación.
“¡Kyooooooooooooooooo!”.
Su grito es lo suficientemente fuerte como para ahogar el sonido de las explosiones.
Ese grito era diferente al de aquella vez que perdiĂł su mente.
El grito que surge desde el diafragma es de un hombre, uno solo: Iori Yagami.






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