La mirada de Billy se cruza con la vecina por encima
del muro mientras tiende unas sábanas blancas en el jardín.
Recuerda lo que su hermana le dice siempre y fuerza un
saludo fugaz, aunque quería sonreír lo más amistosamente posible, solo consigue
lanzar una sonrisa con cierto toque de intimidación.
La anciana, cuidando el césped y las flores, parece
tener problemas de visión, así que le devuelve el saludo sin darse cuenta.
Habrá pensado que Billy es un poco seco, pero es un hombre tranquilo y
taciturno se limita a cumplir los deseos de su hermana.
“Buuff”.
Una vez tendida la ropa, Billy se sienta delante de la
puerta de servicio y suspira mientras observa las sábanas agitadas por la
brisa.
Billy admira el increíble azul del cielo. Se deja
acariciar por el viento reconfortante. Debería estar todo seco a mediodía.
Otro día tranquilo… este mundo, quizá demasiado
apacible, parece justo lo contrario al submundo salvaje en el que ha estado
viviendo hasta ahora.
Esta ciudad en la campiña inglesa, donde se ha estableció
con su amada hermana, tampoco es tan aburrida como él pensaba. Pero, como era
de esperar, falta algo.
En medio del pecho siente un terrible vació que no
puede llenar, por mucho que lo intente. Quitándose la banda de la cabeza, Billy
deja escapar otro suspiro.
Billy Kane.
Cualquier integrante de una banda criminal sin duda ha
escuchado ese nombre.
Todos le temían, tanto los que compartían profesión
con él como los que no. Era la leal mano derecha de Geese Howard, conocido como
Rey Oscuro y gobernante de South Town.
En otras palabras, Billy era el arma andante de Geese.
Según algunos, su perro rabioso. Pero Billy, el hombre temido en todas partes,
dejó la vida criminal tras la muerte de Geese y se refugió en este pueblo de la
campiña inglesa.
Lo único que mantenía a Billy unido a su anterior
mundo era la carismática existencia de Geese y, cuando murió, Billy no mostró
interés alguno en convertirse en su sucesor, ni en entrar al servicio de
cualquier otro jefe en su lugar.
“…”.
De pronto, Billy sintió la presencia de alguien y alzó
la vista. Ante la puerta enrejada de la calle había un hombre vestido de negro.
Observaba a Billy por encima de las gafas de sol. Se trataba de un forastero.
Para Billy, era una cara totalmente desconocida, pero en
ese momento, Billy siente empatía por ese tipo. No le resultaba familiar en
absoluto. Entonces, intuye que se trata de alguien que, como él, ha decidido
renegar de la vida en la sombra para ver la luz, una persona que vivía en un
mundo donde la tranquilidad existe.
Esa especie de estela que iba emanando, por decirlo de
algún modo, le hizo percibir esas circunstancias.
Aliviado de que Lilly se hubiera ido de compras, Billy
se levanta lentamente. Agarrando una barra apoyada contra la cuerda, se dirige
hacia el hombre y estudia a su potencial objetivo.
“¿Puedo ayudarte en algo?”.
Billy le pregunta bruscamente echándose la barra al
hombro.
“¿Señor Kane?”.
Meta la mano en la chaqueta del traje negro y ladea la
cabeza inquisitivamente. Si se le hubiera ocurrido sacar una pistola, la barra
que lleva Billy hubiera entrado en acción y, de un solo golpe, le hubiera
atravesado la garganta. O eso, o le hubiera hundido el esternón con un simple
empujón en el pecho.
Pero lo que sale del bolsillo no es un arma
reluciente, sino un sobre blanco. Billy continúa mirándole y echa un vistazo al
sobre a través del enrejado de metal.
“¿Qué es?”.
“Una invitación dirigida a usted”.
Y añade con un poco de misterio:
“… para
The King Of Fighters”.
Billy siente un escalofrío y su corazón se acelera al
oír esas palabras. Sin embargo, intenta ignorar sus sensaciones.
“No me interesa”.
Y respondiendo así, sin más, se da la vuelta y se
aleja. El hombre le increpa por detrás:
“¿No tiene que pensarlo? ¿Qué ha sido de su antigua
ciudad?”.
Billy se detiene.
“¿No le remuerde la conciencia pensarlo? ¿Se da cuenta
de quién gobierna la ciudad?”.
“…”.
Al mirar atrás, Billy no fija la vista en el hombre
vestido de negro, sino en la invitación con su escalofriante sello estampado.
Muchas organizaciones se han disputado el control de
South Town tras la muerte de Geese. La nueva organización, “Mephistopheles”,
había acabado con el largo periodo de caos de la mano de Duke.
Alba Meira y los suyos habían derrotado a Duke,
restableciendo el orden en la ciudad con su nuevo “Rey” y su hermano menor,
Soiree Meira. Cuando Billy oye que esos matones actúan como si la gloriosa
ciudad de South Town que Geese creó fuera suya, una ira negra le invade el
pecho hasta apoderarse de él por completo.
Lo que olvidó tiempo atrás, cuando se trasladó a este
lugar. Es lo que trataba de olvidar para siempre, esa ira oscura que le
convertía en el “Billy” de siempre.
Sí, era una auténtica suerte que Lilly no estuviera
presente en ese momento. Si hubiera estado, habría gritado y habría sido capaz
de detenerle.
Guardando su bastón especial, que debería haber
permanecido encerrado junto a su pasado, Billy abandona la casa, dejando tan
solo una breve nota tras de sí.
Tiene que demostrarles a esos matones que están en el
lugar equivocado y a los habitantes de South Town a quién pertenece realmente
ese territorio. Además, del nombre de su único rey, Geese Howard.
“Ese lugar… esa ciudad no es lugar para alimañas como ellos”.
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