El hombre apareció 30 minutos después de la hora
acordada. Como había llegado antes con tiempo de sobra tras dar una vuelta al
aparcamiento designado como punto de encuentro, desapareció temporalmente, y
una hora más tarde volvió al lugar.
Era como si quisiera asegurarse de que nada iba a
interferir…
“Mis estrellas…”.
Clark Still, que esperaba dentro del coche de la
esquina del estacionamiento, mira el espejo retrovisor lateral del otro coche
que pasa a su lado y sonríe con sarcasmo.
“Eres muy prudente, ¿no crees?”.
Cuando Clark le llama desde su ventanilla, la ventana
del coche ya detenido se abre electrónicamente y un tipo con un corte de
cabello extravagante saca al cabeza.
“Me tendieron una emboscada en el último torneo,
¿recuerdas?”.
Habla con un tono de desprecio a sí mismo, quitándose
las gafas de sol.
“Una vergüenza de mi antiguo benefactor. Bueno, seguro
que recuerdas esa historia”.
Dicho lo cual, se pasa un peine por el cabello de
estilo mohicano. Para Clark, resulta difícil entender cómo alguien puede elegir
llevar el cabello así, pero rápidamente decide comunicarle lo mucho que le
gusta su atuendo.
La expresión del hombre que ve por el retrovisor
lateral es seria. Clark suspira levemente, aburrido del asunto y saca la mano
derecha por la ventanilla para romper el hielo.
“Ojalá lo hubieras solucionado todo antes de salir de
casa... estás en plena misión, ¿cierto?”.
“Uuups, casi olvido a lo que veníamos”.
El hombre que lleva el corte mohicano, Seth, abre la
guantera y saca un sobre grande. Se lo pasa a Clark.
“¿Mmm…?”.
Al abrir el sobre, Clark descubre varias fotos
granuladas en blanco y negro dentro, no son fotos tomadas con cámara. Parece
imágenes de una cámara de grabación de seguridad.
“Son tomas de la cámara de seguridad de una gasolinera
de las afueras de la ciudad de Gloom Lake. Las han agrandado todo lo posible”.
Seth informa a Clark, que examina las fotos en
silencio sepulcral, captando los detalles.
“¿De cuándo son?”.
“De dos días antes de que el doctor fuera abducido”.
“¿Dos días, dices…?”.
Clark vuelve a mirar las fotografías. Las imágenes
muestran una típica estampa urbana, sin nada de particular: un furgón
destartalado se acerca a una pequeña gasolinera a repostar; el ojo inexperto,
esa es toda la información que podría deducirse de las fotos.
Pero Clark ve más cosas. Se da cuenta de quién es la
chica de cabello castaño que baja del asiento del conductor y negocia con el
empleado de la gasolinera.
Seth asiente con una mirada de “te lo dije” en su
rostro al observar la expresión de Clark.
“Parece que no cabe duda”.
“No… tuve suerte de dar con esos incautos”.
“Esta modesta línea de trabajo requiere la labor que
miembros como nosotros perecen desperdiciar. Por eso este tipo de misiones
siempre acaba en mis manos”.
“Te equivocas. Nosotros no odiamos estos encargos, es
nuestro jefe. Conseguir estas misiones sin atraer atención es un auténtico
trabajo desde el principio”.
“Pues vaya”.
Tras agitar los hombros al compás de su risa. Seth
vuelve a adoptar su habitual contención severa y continúa con el juego.
“Según el empleado de la gasolinera que les atendió,
la chica era la que conducía, el joven con las gafas de sol del asiento del
copiloto era un auténtico idiota. Además de esos dos de delante, había una
chica de cabello largo y en la parte trasera un chico que parecía haberse
comido a un luchador profesional.
“No cabe ninguna duda. A estos tipos no se les da muy
bien esconderse… pero ¿qué estaban haciendo en Gloom Lake?”.
“No he ido tan lejos. Tal vez la abducción del Dr.
Makishima fue obra de esos payasos”.
“No, un trabajo tan esmerado tiene que ser obra de
otra gente. Si hubieran sido ellos, mostrarían un poco más de prudencia y no
andarían apareciendo por la escena del crimen dos días después de acabar el
trabajo”.
“O sea, ¿crees que se habrán desvanecido…?”.
“Sí, pero en cualquier caso, no me corresponde hacer
valoraciones como esa. Ese tipo de deducciones se las dejo al comandante”.
Tras meter las fotos en su sobre, Clark se lo guarda
en la chaqueta y suspira.
“Por cierto, ¿has conseguido una de esas?”.
“¿Una qué?”.
“Una invitación a la fiesta”.
“Oh, dices eso…”.
Seth entrecierra los ojos y un pliegue alrededor de su
boca indica la aparición de una de sus sonrisas. Clark continúa su
interrogatorio.
“¿Tienes pensado entrar?”.
“Pues claro… no sé si tiene algo que ver con aquel
incidente, pero sospecho que este torneo está relacionado en cierto modo con
Addes”.
“Nuestro servicio de inteligencia parece haber
recibido información similar”.
“¿En serio? Entonces supongo que será cierto”.
Seth suelta el freno de mano de su coche, que había
permanecido inmóvil todo este tiempo.
“Por supuesto, ustedes van a entrar, ¿entendido? Si
nos cruzamos entre nosotros en el torneo, no me lo pongan demasiado fácil”.
“No cuentes mucho conmigo para eso. Como yo, el resto
de mi tropa somos bastante duros de roer cuando nos juntamos”.
“Qué faena”.
Seth realiza un gesto jocoso a modo de despedida y se
marcha. Cuando se va, Clark enciende el motor de su coche tras asegurarse de
que nadie ha sido testigo del encuentro.
Recorriendo la ciudad de noche, Clark piensa en las
fotos que Seth le dio.
“Así que Whip y K’ andan tras la pista del profesor,
¿no?”.
El torneo The King Of Fighters en el que Clark y su
equipo tienen órdenes de participar, la desaparición del Dr. Makishima, y ahora
la presencia de K’ y sus camaradas en la zona… ¿cómo se conectan todos estos
hechos? ¿O son mera coincidencia?
“Bueno, supongo que conoceré más detalles cuando les
interrogue a todos”.
De camino a la base de las afueras, Clark acelera su
coche y se aleja en el horizonte.
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